Revista El Diluvio

punto crítico

El Diluvio

Mauricio Merino

El Diluvio no nace desde la nostalgia, sino desde la urgencia. Este proyecto es una apuesta por la inteligencia colectiva, la democracia como forma de vida y la resistencia frente al autoritarismo que nos inunda.

¿Qué importa más? ¿El lenguaje que se usa? ¿El medio que lo trasmite? ¿La situación de quienes escuchan, ven, tocan, leen un mensaje? ¿La identidad de quien los emite? Ninguna de las respuestas a estas preguntas es trivial cuando lo que está en juego es la deliberación sobre nuestra forma de vida e incluso sobre nuestro destino. Tenemos que ser tan cuidadosos como audaces; estamos obligados a la imaginación y, a la vez, atados por la verificación de los hechos; no debemos anclarnos en un solo debate, en una sola idea, en un mirador único, pero tampoco queremos dispersar nuestros diálogos hasta la fragmentación imposible de las palabras. A pesar de todo, tenemos un propósito y un horizonte: nos hemos propuesto entender lo que estamos viviendo (o tratar de entender o, mejor aún, ir entendiendo) y queremos contribuir a que no todo se pierda ni se eche por la borda solo porque quienes llegaron antes a conquistar los significados han decidido hacerse de todo el poder.

Elegimos el nombre de este proyecto por razones ajenas a cualquier religión: es un homenaje a uno de los grandes creadores del pensamiento socialdemócrata y de la identidad política hispanoamericana: Ludolfo Paramio. En 1988 publicó un libro fundamental para quienes no hemos dejado de creer en las virtudes de la democracia ni en su compromiso con la igualdad: Tras el diluvio. La izquierda ante el fin de siglo. El autor de aquel libro observó que el diluvio había sido la crisis energética que desafió hasta el límite al estado de bienestar que había venido ganando terreno en Europa desde los años de la posguerra. No podía prever que vendría otro aún más potente: el de los regímenes populistas (algunos de ellos arrastrados hasta la creación de una nueva versión del fascismo) que recorrería el mundo hasta el punto de amenazar la vigencia de la democracia e incluso la vida misma de la humanidad, tal como la conocemos.

Nos gustaría que esa última línea se leyera como una exageración, pero no es así. No exageramos: no solo está en riesgo la forma en que nos organizamos para convivir pacífica y armónicamente, sino también la sobrevivencia de nuestra especie. Y lo más grave es que el Antropoceno lleva ese nombre porque, en efecto, somos responsables de nuestro destino y lo seremos, de seguir así, de nuestra destrucción. No queremos que eso suceda y ese es nuestro horizonte: la defensa de la vida, de la conciencia colectiva, de la inteligencia, de la convivencia solidaria, corresponsable, tolerante e igualitaria y, como corolario y condición, a un tiempo, de la democracia como la única forma posible y deseable de organización y de vida en el único mundo imaginable capaz de sobreponerse a la dinámica autoritaria y destructiva de las guerras inventadas para justificar la violencia por dentro y por fuera de los estados; de la codicia ridícula que quiere agotar la biodiversidad para suplirla por plásticos y hormigón, sin agua; y del sistema económico que nos condena a la asfixia del dinero que no existe para comprar a cualquier precio lo que ya no podría producirse. El modelo político que hoy domina en el mundo es la secuela y la causa de ese conjunto de despropósitos.

Este proyecto nace escrito en idioma español, pero con vocación global. No queremos que su lengua se confunda con su origen ni con una nación en particular: si no está escrito en inglés es porque nos negamos a rendirnos sin dar la batalla: el español es el idioma más hablado en el mundo, después del chino mandarín. Se estima que lo hablamos casi 600 millones de seres humanos y en internet es el tercer idioma más relevante, después del inglés y el chino. ¿Por qué se habla más el inglés? Porque los angloparlantes dominan el mundo y porque han convertido su lengua en el idioma obligado de los negocios y de la dominación política. Nosotros queremos alegar y dialogar a favor de la inteligencia. Pero si alguien escribe en inglés, también tendrá aquí un lugar para dialogar igual que el resto de los idiomas.

Escribiremos, pero también hablaremos y usaremos todos los medios posibles para organizar el mensaje que estará detrás de cada palabra dicha, escrita, enviada, grabada o sugerida en imágenes; no renunciaremos a ninguna de las formas ni de los medios actuales inventados para escucharnos, a pesar de todo. ¿De dónde saldrán los mensajes? De cualquier parte, de cualquier país, de cualquier grupo, de cualquier individuo que quiera compartir el propósito y el horizonte de nuestro proyecto. ¿A dónde irán esos mensajes? A todas partes y en todo momento por todas las vías electrónicas disponibles en nuestros días. Si quieren someternos, resistiremos. Ante el diluvio de nuestros días, navegaremos con las ideas, las palabras y las convicciones que nos entrelazan. Seremos muchos y tras el diluvio, sobreviviremos.

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